Eran las cinco de la mañana en un lunes fresco de septiembre y ahí estaba Ana, o Anita como le decían sus amigas -que eran pocas-, parada frente al espejo de cuerpo completo, que tiene en la parte posterior de la puerta que da entrada a su cuarto. Se miraba de arriba a abajo y de abajo hacia arriba con una mirada triste y perdida.
- Hoy termina esto, yo se que puedo hacerlo y lo voy a hacer. Jamás volveré a ser la pendeja de alguien.
Dos noches atrás Ana había salido con un fulano, que en aquel entonces se hacía llamar Roberto. Lo había conocido por internet hace dos semanas y hasta ese sábado se animó a aceptar la invitación de “Roberto” para ir a un bar.
Cuando el momento de la cita llegó hacía un poco de frío y el viento soplaba impasible acariciando la cara regordeta de Ana.
Ana miraba repetidamente la hora en su celular y cuando no lo hacía tamborileaba los dedos de su mano derecha sobre la pierna del mismo lado mientras que con la otra se acomodaba el pelo o el bolso que llevaba consigo colgando sobre su hombro izquierdo.
- Las diez de la noche, hace media hora que debería haber llegado
Ana se preguntaba si estaba en el lugar correcto o si no había cometido un error con la hora. Y de cuando en cuando iba a asomarse a los otros dos bares que estaban por el mismo lugar.
Esa noche Ana se tuvo que conformar con un six de cerveza indio y una caja de cigarros marlboro light, que de paso a su departamento compró en un oxxo.
Después de un largo tiempo frente al espejo, recordando todos sus fracasos amorosos, buscó entre su ropa uno de sus pantalones deportivos. Se enfureció al darse cuenta que el mismo pantalon que hace un par de meses le quedaba bien, ya no le quedaba.
- No! no me voy a detener solo por un pantalón que ya no me queda.
Con unas tijeras Ana abrió uno de los costados y finalmente se alisto para salir. Llegó caminando al parque de la colonia, estaba todavía muy oscuro, Ana nunca había salido de su casa tan temprano y se sorprendió al ver que a esa hora la mañana es indistinguible de la noche.
- Muy bien es hora de que el cambio comience, aqui voy!!
Comenzó haciendo un poco de calistenia para después comenzar a trotar. No llevaba ni trescientos metros cuando le comenzó a faltar el aire y las piernas le empezaron a temblar. Se detuvo frente a un árbol el cual lo usó de soporte apoyándose en él con ambas manos.
El viento comenzó a soplar fuerte sacudiendo las ramas de los árboles y levantando las hojas caídas, haciéndolas bailar junto con las bolsas de plastico y demas basura que abunda por el parque.
Ana seguía recargada en el árbol cuando una sensación la hizo voltearse tan repentinamente que casi se cae. Sintió como si una especie de mano subiera por sus muslos para después detenerse en sus nalgas.
La sensación fue tan rápida y repentina que por un momento vaciló en si solo fue su imaginación o realmente algo la había tocado. Miró en todas direcciones en búsqueda de algo que pudiera darle una idea de que había sucedido, pero a donde quiera que volteaba solo encontraba árboles y bancas solitarias.
Al día siguiente se despertó al diez para las cinco, pero no se levantó, se quedó mirando fijamente al techo, recordando lo sucedido el día anterior pensaba en esa sensación y en que podría haber sido, tras unos minutos comenzó a materializar la mano fantasmal en una persona, en un hombre. Para cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, se sorprendió al ver que estaba completamente mojada y que tenía los dedos de su mano derecha, índice y medio, dentro de su vagina; Su mano izquierda estaba ocupada acariciando su pezón derecho.
- ¿Que estoy haciendo? Esto es ridiculo.
Ana miraba, desde una banca, el árbol donde sucedió. Tras titubear un poco y asegurarse de que nadie estaba presente camino en su dirección.
- Fué solo la... “inactividad”
Se sonrojó y se sintió estúpida por lo mismo.
Al llegar a aquel árbol el viento comenzó a soplar, esta vez con más fuerza que la anterior. Soplaba en todas direcciones, levantando todo lo que se encontraba a su paso.
Ana comenzó a sentir un sentimiento de aprehensión muy fuerte, miraba hacia todos lados aferrándose al árbol y cerrando los ojos.
Un silencio abrumador encerró todo el lugar, el viento que un momento atrás soplaba salvajemente ahora había cesado por completo. Era como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento.
Ana abrió los ojos y se sintió como en otro mundo, se soltó del árbol y dio unos pasos hacia el frente, sin ningún rumbo en específico, con la mirada perdida en la oscuridad que se abría paso entre los enormes árboles que llenaban el lugar.
Repentinamente una violenta corriente de aire surgió de la nada, dirigiéndose directamente hacia ana y tumbandola como si se tratara de una hoja mas de alguno de los árboles que ahí abundan.
- ¡¿Qué está pasando?! ¡¿Qué es esto?!
Ana estaba horrorizada y el viento solo aumentaba su intensidad, era como si el mismísimo Diablo estuviera soplando.
Ana estaba llorando, gritaba pero el sonido era opacado por el ruido que el viento producía.
Comenzó a sentir como la misma sensación de la otra vez subía por sus piernas, pero esta vez la sensación era más clara, más real... más placentera.
- Oh! mi amante invisible ven hacia mi, te he estado esperando tanto tiempo que ya no puedo esperar más. ¡Tomame! ¡Soy tuya! ¡TOMAME!
La fuerza invisible recorría todo el cuerpo de Ana como si de varios amantes se tratara. Ana se desnudo como pudo en medio de la tierra donde yacía tirada, se abrió de piernas y pudo sentir como era penetrada.
- ¡OH SI!
- ¡SII!
- ¡AHH!
- ¡AHHHHH!
- ¡AHHHHHHHHHHHH!
- ¡BASTA!
- ¡AHHHHH!
- ¡DUELE!
- ¡DETENTE! por fav ¡AHHH!
Ana ya no podía gritar tanta sangre que brotaba por su boca se lo impedía, lo único que podía hacer era retorcerse y rasguñar la tierra. Pero era inútil, el festín había comenzado y no terminaría pronto.
Una semana después un solitario funeral se dio acabo en el panteón municipal, los escasos restos que en ese momento se enterraban solo contaron con la despedida de un sacerdote y el enterrador.
It's my party and I'll write if I want to.
Hace 4 meses