Toque la puerta de tu casa, como hace un par de años solía hacer todos los días para preguntar por ti. Me abrió tu mamá, su rostro, además de una sorpresa que yo no esperaba, no mostraba ningún cambio, pareciera que el tiempo no transcurrió en ella.
Después de unos segundos de silencio, pregunte si podía pasar. Una vez dentro de tu casa me preguntaba ¿qué hacia ahí?, ¿Por qué entre a tu casa? ¿Cuál sería mi siguiente acción?
Camine a tu patio, aun sin saber que era lo que estaba haciendo, cuando te vi salir de la habitación de tu hermana. Estabas frente a mí, sentí como se me revolvía el estomago y como una sensación de ansiedad recorría todo mi cuerpo. Solo dijiste hola y avanzaste pasando junto a mí. No me pude mover, no pude decir una palabra, sentía que te alejabas años luz con cada paso que dabas. Me resigne y seguí mi camino rumbo a tu patio.
No dejaba de pensar en ti, en todo lo que alguna vez pensé que haría si te llegara a tener frente a mí una vez más. Una frustración enorme se apodero de mi, lloraba sin derramar lagrimas, gritaba sin emitir sonido alguno. Finalmente llegue a la puerta que marcaba el fin del pasillo y la entrada al patio, la abrí y después de 2 segundos de inmovilización, entre lentamente y sin emitir sonido alguno.
A los pocos pasos no soporte mas y termine incado, levante mi cabeza hacia el cielo y encontré refugio en la imagen majestuosa de la luna, luna llena, brillante. Quede en trance por unos segundos, con una sensación de alivio y refugio. Pero repentinamente comenzaron a bombardearme recuerdos, recuerdos tuyos junto a mí, de cuando tu y yo nos íbamos a los miradores a ver las estrellas, a soñar despiertos, agarrados de la mano, diciéndonos tantas y tantas cosas sin decir palabra alguna. Tú y yo acostados en el cofre de mí mal cuidado chevy negro año 94 –como me regañabas porque nunca lo lavaba-.
Me puse de pie lentamente dejando caer una lagrima sobre la tierra, alcé la mirada y una imagen llamo mi atención, algo que no recordaba estuviera en tu patio. Al acercarme pude ver que se trataba de un columpio, pero había alguien columpiándose en el. En cuanto vi la silueta supe que era tu, pero me engañaba con pensamientos de que se trataba de otra persona.
Al estar nuevamente frente a ti, alzaste la mirada y fijaste tus ojos en los míos, con una mirada de culpa, mentira no era de culpa si no de lastima.
Esta vez no me pensaba quedar como estatua ante tus acciones y te grite,
-¿Por qué?, ¿Por qué lo hiciste?
-¡Por qué encontré alguien mejor que tú! –Gritaste más fuerte-
Me quede frio, atónito, no podía creer lo que había escuchado, cuando de pronto todo comenzó a tener sentido.
-¡ja! ¡ja! ¡ja! –reí como desquiciado-
-¡Esto es un sueño!... ¡Un maldito sueño! –Gritaba una y otra vez mirando hacia el cielo con los ojos desorbitados-
-Estás loco –dijiste tímidamente mirando hacia el piso-
-¡Te voy a demostrar que esto es un sueño! –Continuaba gritando-
-¡Espera! ¡Detente! ¡No! –gritaba horrorizada-
“No” fue lo último que escuche, lo que sigo escuchando y escuchare durante los próximos 20 años dentro de estas 4 paredes.